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Creación de un personaje. Los diálogos

Siento ser tan pesado con #Melania. Srta. Doe no se ponga celosa, es agua pasada, pero le reconozco que me dejo huella. Por eso, la aprecio a Ud. más, si cabe.




De cómo conocí a Melania


Siguiendo eso de que todos estamos a seis grados de distancia de cualquier persona, resultó que Gloria, mi profesora de swing, había tenido un alumno que tenía un amigo editor que salía con una ilustradora que había ido a una entrega de premios en la que había coincidido con Melania. Se habían caído muy bien y ahora tenían un proyecto juntas. Total, que me sobraron dos grados, y como Gloria me debía un favor, conseguí que nos presentaran una tarde de verano.


Tal como habíamos quedado a los diez minutos la ilustradora puso una excusa y desapareció. Melania no pareció sorprenderse y en cuanto nos quedamos a solas, no guardó ni un minuto de silencio por su amiga.


Te has tomado muchas molestias para conocerme, y ahora ¿de qué hablamos?.


Pues no sé, cuéntame qué es lo que te gusta o porque escribes.


Sonrió y cómo si supiese que se lo iba a preguntar cogió aire y comenzó.


Me gusta ir sin depilar y que la gente se quede mirando, que se escandalizan porque no llevo sujetador y comer con las manos en las cenas de gala, chuparme los dedos después de saborear un melocotón maduro, los bailes agarrados y las películas mudas. Me encanta el olor de las mandarinas en mis manos, escuchar Madame Butterfly los domingos por la mañana mientras desayuno y gritar con ACDC en los conciertos o en el coche. Las manzanas verdes, quemarme los pies con la arena de la playa o perder la noción del tiempo mirando el mar un día de lluvia y adoro como me estás mirando a los ojos mientras te hablo. No me gustan las monarquías de ningún tipo, ni el picante que me duerme la lengua y ya no noto los besos. Odio el vino barato y las discusiones de política en las que acaban las comidas de amigos. Tampoco me gustan los locales de copas en los que no se puede charlar porque la música está muy alta. Detesto las morcillas dulces, los bombones de chocolate blanco o las chirimoyas, que no me pueda dormir porque estoy sola y tengo los pies fríos o el sonido de los whatsapp. No soporto que me interrumpan cuando estoy concentrada y me da grima que me toquen el ombligo. Me gusta Paul Newman, The Beatles y La fiera de mi niña, el té verde japonés y el recuerdo del olor a hierba recién cortada en la casa de mis abuelos. Las conversaciones que surgen sin buscarlas, y las personas que te miran a la cara mientras te hablan. En cambio, No me gustan las que te miran por encima del hombro aunque sean más bajas que tú, ni las que esconden su edad detrás de colores de pelo imposibles. No me gustan las dietas de verano ni los propósitos de año nuevo. Quiero viajar, sola o en compañía. Descalzarme y correr por el césped del Retiro cuando están regando, empaparme con el olor a tierra mojada y llegar a casa tiritando. Ducharme en agua caliente y después escribirte mensajes en el espejo. Me imagino tus caricias esta noche y me recorren escalofríos. ¿Nos vamos?. Claramente, la muchacha no se andaba por las ramas, yo tampoco, así que mientras ella cogía aire, pagué la cuenta y nos fuimos a su casa. Pensé que lo tenía preparado pero después de ese día (y de esa noche) la he visto repetir muchas veces el ejercicio del me gusta. Siempre distinto y siempre de carrerilla para conseguir todo tipo de cosas.



Puedes leer el resto de la historia aquí, aquí y aquí


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