En un acto de rebeldía esta semana os propongo revisar, al margen del grupo de estrenos y retornos, el primer proyecto producido por Sundance TV; sí el canal tras el cual respira el espíritu y sensibilidad de Robert Redford. Y es que en tiempos de vacunas, de meses prolongados de confinamientos, no pude hallar mejor disculpa para repensar aquello de “volver a la vida”. Hace un lustro ya que se emitió la última temporada de Rectify, para contarnos la historia de Daniel (Aden Young), que tras 19 años en el corredor de la muerte, acusado de violación y asesinato de su novia Hannah, es liberado tras el descubrimiento de unas pruebas de ADN exculpatorias. La ficción se centra, no en el whodunit en el que pivotan todas las series de crímenes, si no en el complejo proceso de reincorporación a la vida, a la familia y, quizás, a la esperanza. Los cambios y sentimientos del protagonista semejan congelados desde su ingreso en prisión, y las heridas de su cautiverio y acusación están muy presentes en su círculo familiar.
Parece inevitable recordar Making of murderer, la serie documental de HBO basada en hechos reales de la historia de Steven Avery, que provocó movilizaciones y coraje para exigir justicia en un caso que cuestionó el sistema judicial yanqui y que aún sigue sin resolverse… Rectify se centra en el periplo vital, en las reflexiones y vivencias de un niño cuya vida quedó paralizada en el momento de su acusación. La vida de él y la de su familia. Todas estas sensaciones, los intentos por sobrevivir, la dureza de la experiencia en la cárcel, el peso del drama, de la incomprensión y la desconfianza de la comunidad serán mostradas en la vida de los diferentes miembros familiares: Jane, la madre coraje (J. Smith Cameron) casada en segunda nupcias con Ted (Bruce Mckinnon), la herman Amantha (Abigail Spencer) quien dedicada a su defensa llega a anular su propia existencia, o su hermano Ted (Clayne Craword), desconfiado, casado con Tawney (Adelaida Clemens) y la mirada de Jared (Jake Austin Walker), hermano más joven nacido durante los años de cautiverio.
Pero, para contemplar la vida hay que hacerlo a fuego lento. Olvidad montajes veloces o distracciones sonoras. El estilo de la ficción es coherente con el pulso narrativo y va pausado, pero no exento de lirsimo. ¿Qué hacer tras casi 20 años en prisión? ¿Cómo adaptarnos a un mundo que paró fuera de nuestra celda? ¿Nos puede acompañar alguien en ese recorrido? Miramos con ternura a Daniel cuando busca viejos costumbres como jugar a la consola o escuchar música en un walkman… No hay nostalgia del pasado, sino un interesante ejercicio sobre el paso del tiempo y la pérdida de oportunidades. Mas allá no hay ningún tiempo de certeza, tal es la ausencia de cualquier tipo de seguridad, que uno puede dudar entre desmontar una cocina, apurar los excesos de una juventud ajena, buscar respuestas en nuevos bautismos y, sobre todo, mirar las luces del amanecer. También del amor. Y todos esos caminos bajo la sombra de una inocencia que le caracteriza pero de la que no nos dejan quedar convencidos. La madurez, que a veces viene, no tanto por lo que vivimos, sino por cómo lo pensamos. Al rematar los últimos capítulos sabemos como se cierra el círculo. El de la libertad y la culpa.
Rectify (Sundance TV 2013-2016)
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