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Normal People: En la mirada del otro




Leí la novela tras la insistencia de P., que con más de 60 primaveras había confesado quedarse prendada por la historia de Marianne y Connell. Terminé las páginas con una desidia tan brutal que sospeché haber perdido toda la sensibilidad. Que The Guardian reconociese el libro como uno de los más sobresalientes del siglo XXI quedaría brillante como reclamo en la faja de papel, pero a mí no me pillarían en otra. Después comenzó el resto del complot: la serie convencía a crítica y público que aplaudía la historia intermitente de estos dos jóvenes en la Irlanda de los 2000.

Me vi como Santo Tomás y para callar bocas (la que habitaba en mi cerebelo, principalmente) decidí darle una oportunidad al primer capítulo. Sería el último, y con menos de 30 minutos cada uno de la docena, la prueba de fuego parecía efímera. Nunca escupas hacia arriba. La historia que había leído era insípida y tópica, la de la serie alcanzaba otro nivel. Lo de chica y chico coinciden en el instituto, situaciones económicas y caracteres distintos, historia de descubrimiento a pesar de todo, viene siendo un tinglado manido, pero hubo algo en la actuación de Edgar-Jones y Mescal (nominado a los Emmy), en su espontaneidad y melancolía, que capturaron mi atención. Ví el resto de tacón mientras comprobaba que el Trinity y Dublín lucen mucho mejor (incluso) en la fotografía de Lavelle e McCullough que en el recuerdo de mi memoria.

Estrenada por Hulu y BBC Three se puede ver en estas latitudes desde julio en Starzplay (si te pones cabezota como yo, en otoño). Las grandes plataformas se quedaron sin la niña bonita de la temporada, no hagáis lo mismo. Sally Rooney (finalista del Man Booker) escribe el guión junto a Mark O’Rowe h Alice Birch (quien ya trabaja en la adaptación de otro título de la autora, Conversaciones entre amigos).

Las escenas de sexo se alejan de la falsedad superficial con las que suelen asomar en pantalla. Antes de que todos los San Valentín estropeasen el término romanticismo, pensábamos que este descansaba en la inaudita posibilidad de reconocerse en la mirada del otro. El acierto, la belleza de Normal People, reside ahí mismo: descubrir la intimidad como la más poderosa herramienta de narración. Suspiro. Y fin.



Normal People (Hulu, 2020)

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