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Me presento


Querida Doe,


¿Te animas a contarnos tu me gusta y no me gusta?


Ahí van los míos


Me gusta y no me gusta

Me gusta el agua de rosas, las sardinas a la brasa y las hogueras de las noches de San Juan, los mercadillos de navidad, las caricias tímidas y las charlas de sobremesa con el estómago lleno. Adoro retozar a la hora de la siesta con el sol calentándome la cara. Me gusta la piel suave de un melocotón maduro, El Grito de Munch y El Beso de Klimt. Los pantalones harem, las trenzas, o la sonrisa de Nico cuando gana al ajedrez a su padre.

Me gusta callejear entre los soportales de la Rúa Nova sin paraguas cuando llueve en Santiago, el olor de las mandarinas en mis manos y los murmullos del viento al doblar las esquinas. Las princesas barbudas y mi príncipe destronado, las fresas con vinagre y un baño en el río, al atardecer, cuando ya todos se han ido a sus casas. También me gusta el regusto amargo del aceite de oliva virgen, los carnavales con lacón con grelos y los veranos con terrazas y cervezas. Me gusta encontrarme a Nit, el perro de los vecinos, dándome los buenos días cuando salgo de casa por la mañana y el gris del cielo y el mar en los días de tormenta. Me gusta recorrer con la mano la pared de piedra de la casa de mis abuelos y dejarme llevar de vuelta a mis veranos de EGB. También hacer piececitos con Miguel en la cama antes de encontrarnos en un beso de buenas noches.

Me gusta imaginar historias sobre las conversaciones escucho en las mesas que me rodean mientras desayuno en una cafetería, los picnics con cesta y mantel de cuadros y el olor a ropa planchada; Vivaldi y sus cuatro estaciones y el recuerdo de mi padre en el salón de casa dirigiendo la orquesta, con los cascos puestos, los domingos por la mañana, Inventarme recetas los lunes por la noche con lo que me queda en la nevera y recorrer la ciudad en busca de rincones que no salen en las guías. Me gusta Paul Newman, The Beatles y La fiera de mi niña, el té verde japonés y Juego de Tronos; Las conversaciones que surgen sin buscarlas, y las personas que te miran a la cara cuando te hablan. En cambio, No me gustan las que te miran por encima del hombro aunque sean más bajas que tú, ni las que esconden su edad detrás de colores de pelo imposibles. No me gustan las dietas de verano ni los propósitos de año nuevo. Tampoco me gusta las morcillas dulces, los bombones de chocolate blanco o las chirimoyas, que se acabe la bombona cuando tengo el pelo enjabonado o que no me pueda dormir porque estoy sola y tengo los pies fríos el sonido de los whatsapp ni que me interrumpan cuando estoy concentrada.

No me gustan los que matan por sus colores y no defienden sus derechos. No me gusta tocarme el ombligo, ni la piel dura de mi cesárea, las crestas de gallo, que se deshacen en la boca. Tampoco me gustan los zapatos de tacón, las bodas, comuniones ni bautizos o descubrir que las palomitas están caducadas por el rancio que me dejan en la boca. No me gusta darme cuenta de que estoy hablando sola porque escucho suaves ronquidos a mi lado. A veces no me gusta que los días tengan solo veinticuatro horas y otros días, después de la primera estoy deseando que se acaben.




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