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Josep: la supervivencia en un lápiz



Con los cines cerrados y semiconfinados tocaba recuperar uno de esos títulos que pasaron desapercibidos en salas y sobre los que presta regresar (en nada podrá verse en Filmin). Presentada en la sección oficial de Cannes, ganadora ex aequo a la mejor dirección en Valladolid, a mejor filme de animación en los Premios Europeos, todo apunta a que conseguirá, además, el César en la misma categoría. Vinculado a cabeceras como Le Monde, el dibujante y viñetista Aurel se estrenaba en la dirección, siguiendo el guion de Jean-Louis Milesi (colaborador habitual de Robert Guédiguian), con esta atractiva homenaje a un colega de profesión muerto 25 años atrás. Josep Bartoli fue uno de los miles de republicanos que, huyendo de la dictadura franquista, remató en un campo de concentración francés. Pasó por siete antes de huir cuando lo conducían a Dachau.


Sometido como otros compatriotas a condiciones indignas de desnutrición, maltrato y humillación, y víctima de la xenofobia de los guardas que vigilaban el campo, supo encontrar un arma de supervivencia tan insólita como hermosa: el dibujo. Fue quien de crear bosquejos del horror cotidiano con los que retrataba la ignominia, y actuaron de acicate para soportar el calvario. Cercados por un alambre de espinas, Josep (Sergi López) conoce a Serge (Bruno Solo), un oficial apartado del resto, con el que establecerá una relación de amistad. Será quien le ayude a encontrar a su prometida, María Valdés, desaparecida durante el éxodo. El filme cuenta con una segunda línea temporal, la del tiempo presente, donde un Serge ya anciano relata a su nieto el periplo de Josep, su huida, el reencuentro después de la guerra en México, la relación con Frida Khalo, la publicación del cuaderno de dibujos del campo o la exposición póstuma en Nueva York.

El proyecto integra de modo sobresaliente la obra de Bartoli (las ilustraciones mostrdas son realizadas por el propio autor) de las animaciones de Aurel, ayudado por el uso creativo de las transiciones y el cambio de color a blanco y negro. La propuesta incluye escenas estáticas en las que la acción se desarrolla gracias a los diálogos y el sonido, junto con otras de animación más tradicional. El estilo también sufre variaciones en la luz y en el color, dependiendo del momento y del lugar de la historia: más clásica en la parte contemporánea, y más novedosa en la parte de la memoria. El papel del arte se materializa en el contenido, en la forma, y en el mensaje: “Josep dibujaba porque era el modo que tenía de sobrevivir en el mundo”.


La salida a pie de medio millón de españoles por la frontera con Francia al final de la Guerra Civil sigue siendo uno de los capítulos olvidados en la historia del país. Un episodio negro y vergonzoso recreado en esta estimable cinta caracterizada por el mensaje humanista y el llamamiento por el respeto a la dignidad humana. Dos cuestiones particularmente relevantes en tiempos convulsos y que pueden abordarse con éxito desde el campo de la animación. La memoria histórica tiene en 30 años en la oscuridad (Manuel H. Martín, 2011) y Josep dos buenos ejemplos.


Josep (Jean-Louis Milesi, 2020)

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