Ya que se me han puesto violentas con los libros para niƱos perversos, las risas agresivas y el humor negro, mi favorito, les dejo mi aportaciĆ³n.
ĀæSe lo leerĆ”n a sus retoƱos?
Matar te cambia la vida
Fue por pura casualidad que encontrĆ© mi vocaciĆ³n.
Cuando mi hijo tenĆa cuatro aƱos, mi marido cogiĆ³ la puerta y se fue. VolviĆ³ al cabo de unos dĆas a recoger cosas, pero sobre todo, a lloriquear y decirme que yo tenĆa la culpa de que nuestra relaciĆ³n hubiese fracasado. Me siguiĆ³ con sus lamentos por toda la casa y, mientras yo preparaba la cena, empezĆ³ con la monserga de siempre. Que si no le hacĆa caso, que si me pasaba el dĆa mĆ”s pendiente de mi hijo que de Ć©l. CĆ³mo siempre todas sus desgracias eran culpa de los demĆ”s. Estaba harta. PodĆa haberme pedido que pasĆ”ramos mĆ”s tiempo juntos o haberse currado unas vacaciones solos, no sĆ©. Algo. Pero Ć©l prefiriĆ³ largarse y despuĆ©s volver a contarme lo desgraciado que āyoā lo habĆa hecho. Me estaba poniendo enferma con sus lamentos. Pero hay gente que no puede evitarlo, y yo no tenĆa el dĆa.
El ni se percatĆ³ de que comenzaba a cortar en pedacitos minĆŗsculos el pescado que estaba limpiando sobre la tabla de la cocina y continuĆ³. Le pedĆ que se callara pero siguiĆ³, erre que erre. Fue casi un acto reflejo, no lo pensĆ©, cogĆ el cuchillo y se lo lancĆ©. Mira que le he lanzado cosas y nunca he tenido punterĆa pero esta vez le atravesĆ© un ojo. Se quedĆ³ callado al instante y la sangre empezĆ³ a chorrearle por la cara mientras temblaba y se retorcĆa en el suelo, a donde cayĆ³ como un plomo. Me sentĆ© a su lado fascinada y le dĆ la mano, mientras Ć©l balbuceaba y echaba espumarajos por la boca. Me quedĆ© allĆ contĆ”ndole historias de todas las cosas que podrĆamos haber hecho si me hubiera dicho quĆ© es lo que querĆa en lugar de quejarse, hasta que se desangrĆ³. El ojo que le quedaba reflejaba incredulidad antes de que se lo cerrase. DespuĆ©s saquĆ© el cuchillo, que no he podido volver a utilizar, y limpiĆ© todo aquel desaguisado.
En ese momento comprendĆ que nacĆ para salvar a todas las almas desgraciadas que viven vidas que no les convencen y que, ademĆ”s, y sobre todo, amargan a todos los que le rodean con sus quejidos y lamentos.
PasƩ horas troceando y pasando todo por la batidora. Menos mal que el niƱo estaba de colonias porque si no, no hubiera tenido tiempo.
Ahora trabajo tambiƩn por encargo. A mƔs de uno le he hecho comerse sus palabras y le he estofado la lengua.
Con mi primer sueldo cambie el baƱo y las baldosas del suelo de la cocina, que despuĆ©s de la matanza y a pesar de lo que frotĆ©, habĆan quedado con un color muy feo.
Tengo una pƔgina web y un perfil de Facebook donde ofrezco servicios de valor aƱadido. He empezado un curso de doscientas horas, un poco caro pero reconocido internacionalmente y con certificado oficial. AdemƔs me convalidan toda la parte prƔctica y el tema de muerte con violencia.
Mi Ćŗltima foto āmuerte entre las floresā ha conseguido mĆ”s de un millĆ³n de me gusta en Instagram, y mis recetas con carne picada causan furor, asĆ que me estoy planteando darme de alta en autĆ³nomos y asociarme a un sindicato de crimen organizado del que me han hablado muy bien.
Lo cierto es que el asesinato estĆ” muy mal pagado y con horarios intempestivos, y aunque dejo al niƱo a comedor, es difĆcil la conciliaciĆ³n familiar. Pero por fin estoy haciendo lo que me gusta, y con lo queĀ la gente se queja por todo, trabajo no me va a faltar.
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No crea Srta, ha visto la diferencia entre las cifras que da el gobierno y el desajuste de los registros civiles y se ha imaginado la de quejas que ha debido haber durante el confinamiento?. Eche cuentas.
Nunca es tarde si la vocaciĆ³n es buena. El confinamiento tambiĆ©n habrĆ” supuesto un parĆ³n sin ERTE ni nada que se le parezca, Āæno? (Nunca pensĆ© que reirĆa con "le atravesĆ© un ojo").