Estrenado en 2015 en el Off Broadway cosechó tal éxito que en pocos meses era trasladado al circuito oficial en el Teatro Richard Rodgers del centro de Manhattan. Lin-Manuel Miranda habÃa tardado siete años en escribir, inspirándose en la novela de Ron Chernow, un espectáculo sobre Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores. La cultura norteamericana siempre gustó de reinventarse y reescribir su historia. De hecho, el perÃodo desde finales del XVIII a la guerra de Secesión venÃa de sumar nuevas aportaciones como la miniserie de HBO John Adams (2008) o el biopic de Spielberg Lincoln (2012). Lo realmente rompedor de Hamilton es, por una parte, que logra tejer la historia polÃtica con una poderosa partitura construida principamente a ritmo de rap (sin olvidar el rhytm and blues, el jazz y el funk). Por otra, que el musical aboga por valores progresistas y multiculturales tran próximos a la era Obama. Según afirmaciones del propio Miranda (de origen portorriqueño) querÃa subrayar el papel de los emigrantes en la construcción de la comunidad.
Tres productores colaboraron para filmar el espectáculo en 2016, pocas semanas antes de que el elenco original mudara. Varias plataformas pujaron por el proyecto que acabó siendo para Disney por una cantidad desorbitada: 75 millones de dólares. La pandemia canceló los planes de estreno en salas en octubre por lo que, coincidiendo con la celebración del 4 de julio, fue lanzada en la televisión de la compañÃa. La complejidad de la puesta en escena, de las referencias y analogÃas teatrales, de la posmodernidad de la estética, del leitmotiv melódico de personajes, de la polisemia del libreto ofrecerán interesantes estudios al respecto. Seguro. Más allá de eso, el rodaje del espectáculo se encargó al mismo director teatral, Thomas Kail que, a pesar del desplilegue de recursos (nueve cámaras, varias steadycam, 100 micros en escena y rodaje a lo largo de tres dÃas, en una representación con público), optó por la discreción, respetando la perspectiva del espectador en platea. Parte de la intensidad del directo tiene que perderse.
En estos tiempos pandémicos donde el disfrute de los espectáculos en directo despierta todo tipo de nostalgias, el filme se presenta como ejemplo de la cultura take away. Suenan nombres como Rob Marshal o Ryan Coogler para realizar la adaptación cinematográfica tradicional (al estilo de Les Miserables o Cats). Adelantáos, porque la polifonÃa de la puesta en escena, la fuerza de la representación e, incluso, los aplausos de platea suman. (El humor me pilló con el paso cambiado, excepto en la aparición de Jonathan Groff – protagonista en Mindhunter- como George III). El fenómeno musical conseguió 10 premios Tony, el Grammy y el Pulitzer, agotó la banda sonora llenando de covers las redes sociales e, incluso, logró que la Reserva Federal reculase y conservase la figura de Hamilton en el billete de 10 dólares. El monólogo final recoge las únicas lÃneas que no se cantan, rapean o acompañan con música tras 160 minutos. SÃ, suena a advertencia, pero dÃas más tarde me descubrà tarareando algunas de sus melodÃas…
Nooo, pordios, que con todas las encomiendas pendientes faltará tiempo. Pienso en Zaragoza, en la "gente normal" y en la colección de ventanas y puertas. Lo de "Hamilton" fue porque con lo que la precedÃa mi picó la curiosidad y... me descubrà tarareando (creyéndome del Bronx) y siguiendo la historia del tesorero de los uesei. Na más.
Me iba a dar de baja de Disney+ (me dà de alta durante el confinamiento ante la desesperación de los Ruchitos tanto tiempo en casa) y descubrà que tienen Hamilton. Lo aguantaré un mes, Doe. Tarde o temprano sigo tus recomendaciones