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Endeavour: los crímenes de Oxford


Llueven tantos títulos de procedimental que conviene seleccionar y no morirnos antes de tiempo con tanto asesino en serie. La acelerada agenda de David Fincher cancelaba Mindhunter. En mayo (el mes en el que o habremos criado bigote o rematado el curso de muiñeira por youtube) llegará la segunda de Manhunt Unabomber. Felizmente, más allá de aquel subgénero y el thriller, la ficción detectivesca cuenta con propuestas clásicas, modelos narrativos anclados al whodunit, con investigadores hábiles como el protagonista de Endeavour, producción británica que acaba de emitir su séptima temporada y os espera en Filmin.


Ambientada en el Oxford de la década de los 60, surge de las novelas escritas por Colin Dexter que contaron a su vez con adaptaciones radiofónicas y televisivas -míticas Inspector Morse (1987-2000) y Lewis (2008-2015)-. Endeavour se reinventa como precuela del agente de policía durante sus años mozos acompañado por Fred Thursday (Roger Allam). Organizada en temporadas breves de entre tres o seis episodios autoconclusivos (los enigmas se resuelven en 90 minutos) la serie recrea con elegancia la sociedad en transformación de aquella década. El protagonista (Shaun Evans) es un agente observador, meditabundo, amante de la ópera, de los crucigramas, de la literatura clásica y de la cerveza. El espectador que durante más de dos décadas haya acompañado a Morse podrá detectar constantes referencias a su futuro, pero la serie funciona y triunfa con autonomía propia.


El diálogo entre crímenes y campiña inglesa cuenta con una tradición propia cuyo origen rastreamos en la Miss Marple de Agatha Christie o el Padre Brown de G.K. Chesterton. Ahondar en los impulsos asesinos puede generar mayor desasosiego si el mal irrumpe en un locus amoenus, en la rutina de una comunidad pequeña, en los celos, la venganza y las envidias escondidas entre los vecinos. (Lectores confinados, apartaos de los visillos). La fórmula, en la esquina opuesta al serial killer urbano, se viene repetiendo en otros títulos menores como Grantchester (a partir de las novelas de James Runcie) o Foyle’s War (creada por Anthony Horowitz).


Endeavour (que, además del nombre propio que esconde al inspector, traduce el empeño del protagonista) bebe de esta tradición literaria, televisiva y cultural. La serie -lejos de la transmedialidad o el multiperspectivismo propio de las series del siglo XXI-, opta por un clasicismo formal y argumental encomiables. Premia, además, al espectador inteligente, aquel que presta atención a los silencios y a las miradas; al que, a fin de cuentas, se aparta de una narrativa más agresiva y palomitera. En un país que se rige por la costumbre, la producción echa mano de un viejo conocido como marca de la casa. Su puesta en escena, su acabado visual es tan british como el té o las orillas del Támesis. Y las calles, los colleges y los pubs de Oxford siempre son buen sitio para regresar. Shouldn't we leave?


Endeavour (Mammoth Screen,2013-)



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