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Surrealismo y escritura. Ejercicios de estilo.

Raymond Quenau,escritor, poeta y novelista francés, cofundador de OuLiPo, miembro del Colegio de Patafísica y director de la Encyclopédie de la Pléiade pertenenciente al movimiento del surrealismo, propusó sus Ejercicios de escritura para practicar la voz y el enfoque de una narración escrita, lo mismo que los actores cuando repiten una única frase con distintas entonaciones, emociones y gestos.


Aquí el ejercicio Quenau-porcino.


Un paseo por el campo


El domingo por la mañana, a eso de las diez y media, una familia salió a dar un paseo por los alrededores de su casa, aprovechando que había dejado de llover y que tenían visita. Habían quedado con unos amigos, también con niños, y habían pensado en un camino fácil para abrir el apetito antes del aperitivo en la plaza del pueblo. Durante el recorrido vieron animales y las flores propias de la zona, que estaban en todo su esplendor primaveral, después de las lluvias de los últimos días.


Hambriento

Salimos a pasear a media mañana con el estómago pegando gritos y la promesa de patatas fritas, aceitunas y unas cervecitas frescas en la plaza, al acabar la caminata y antes de comernos una fabada con su chorizo y su morcilla regada de un buen vino. Por el camino, que discurría entre campos de verde menta y amapolas rojas como tomates, encontramos matorrales de romero y flores de tomillo con su aroma a guisos; vimos rastros de jabalí que bien podría haber acabado con una manzana en la boca sobre una fuente con arándanos, moras frambuesas y otros frutos del bosque y encontramos un arroyuelo lleno de renacuajos que algún día se convertirían en riquísimas ancas de rana, pero que por ahora daban a las aguas un extraño toque a sopa de lentejas. Sobrevolándonos pasó un águila en busca de cena.


Infantil. Quejumbroso

Mis padres son unos pesados, no sé por qué tengo que salir a caminar. Yo prefería quedarme en casa jugando al Clash Royale en la pantalla, que estoy a punto de pasar al nivel seis. A mí que me importa que no llueva, que estén aquí las tías y que hayan quedado con sus compañeros del trabajo o que venga Jaimito, no son mis amigos. Si quieren hacer ejercicio y después ir a tomar algo que vayan, pero a mi que me dejen en paz. Que estoy harto de que me traigan de aquí para allá como si fuera subnormal.

–¿has visto que bichitos con esas manchitas negras subiendo por esa florecita?

–¡Ay va, Qué curioso! «Pues claro que lo he visto, no soy cegato. Es un coccinélido y está buscando un pulgón para comérselo. ¿Y tú has visto esos rastros de jabalí? Han pasado por aquí no hace mucho y están en celo, así que sigue por ahí a ver si te lo encuentras y te embiste, o con un poco de suerte ese águila te tira por el barranco y te da de “comidita” para sus crías».


Aventurero

Ayer salimos a explorar la zona. Llevábamos cantimplora y provisiones para un día de caminata y esperábamos acabar en el centro de aprovisionamiento del castillo antes de la hora de comer, sin encontrarnos enemigos. Cruzamos una selva llena de lianas y plantas carnívoras. Seguimos los pasos de un monstruo peludo de colmillos y un dragón enorme que logró huir antes de que pudiésemos capturarlo sobrevoló nuestras cabezas mientras cruzábamos un rio lleno de pirañas.


Urbanita

Vivo en la ciudad por algo. Cada vez que vengo al campo se empeñan en salir a caminar. Y aquí solo hay caminos de tierra. Odio manchar mis zapatillas de paseo con barro y el maldito verdín ese que se te queda cuando caminas por la hierba. Y encima no hay donde guarecerse si se pone a llover porque todo el mundo sabe que si te pones debajo de un árbol se te puede caer un rayo. Estaba todo lleno de bichos. Mosquitos volando, mariquitas sobre las flores y yo que sé que más, con sus asquerosas patitas que allá a donde mirara había alguno. Si hasta vimos rastros de jabalíes y un pájaro de alas gigantes sobrevolando sobre nuestras cabezas. Tardamos casi dos horas en hacer un recorrido que podríamos haber hecho en coche en cinco minutos. Venga de dar vueltas por caminos de tierra y riachuelos con agua helada, llenos de ranas cabezonas.


Miedoso y pesimista.

No sé porque tenemos que salir a pasear. Seguro que se pone a llover y no tenemos paraguas y con niños tan pequeños es un peligro. Pueden caerse y una ambulancia aquí tarda mucho en llegar, seguro que se desangran antes de llegar al hospital. Y todas esas plantas que sabe dios si serán venenosas, yo por si acaso no las toco. Dicen que ese rastro es de jabalí, esos animales peludos que pueden desgarrarte con sus afilados colmillos, lo mismo que ese águila que vuela por encima de nosotros como si fuera a cazarnos.


Poético y entusiasta

Era una mañana espléndida, de esas que hacen que te levantes con el alma colorida y las sensaciones despiertas, a flor de piel. De esas que te invitan a pasear por los verdes campos primaverales llenos de pinceladas coloradas de amapolas y salpicadas de gotas de lluvia que brillan como pequeños diamantes bajo los rayos de sol y que muestran bajo su lupa un pequeño universo de vida. Una vida que brota intensa y llena de luces que crece bajo las plantas. Salimos decididos a dar un hacer un bonito paseo familiar entre los verdes árboles y las hermosas plantas en floración que daban al campo un aspecto pintoresco.

Un águila surcaba el azul del cielo con sus largas alas extendidas como largos plumeros que abanicaban el bosque, un rastro reciente y perfumado nos mostró el que había sido el recorrido de un jabalí no mucho antes de nuestro paso y en el río los renacuajos eran acunados por las gélidas aguas.



¿Cuál prefieren? Alguien se anima?

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