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Years and Years: la destructiva normalidad




Ahora que las hordas desescalan montaña abajo volvemos a la triste normalidad, aquella que minimiza la esperanza del cambio. El último trabajo de Russell T. Davies (Doctor Who, A Very English Scandal) dibujaba con maestría un futuro inmediato tan reconocible como asfixiante. Construye la narración en torno a dos ejes: las idas y venidas de una familia de clase media inglesa -los Lyons-, y las profundas transformaciones político-económicas de una sociedad enferma. Producida por la BBC y distribuida por HBO la miniserie consigue ir más llá de los universos de Charlie Brooker en Black Mirror (sí, Spoty, no me mire así, la de aquel piloto en el que el primer ministro inglés se tiraba a un cerdo en prime time). La analogía viene no solo por contar con seis episodios para desarrollar las tramas, sino por saber enriquecerlas.


En una excelente radiografía de los tiempos que nos toca vivir, el problema radica no solo en el abuso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales, o en la construcción de un mundo virtual tan superficial como enfermizo, sino de la podedumbre que nos rodea y a la que contribuimos: el populismo político, la crisis de refugiados, la amenaza nuclear, el colapso de la economía, el cambio climático, la pérdida de derechos, los abusos laborales… Si esto no parece apocalíptico se le parece bastante. Davies sabe conectarnos con temas actuales, amplificarlos y proyectar ante nuestros ojos un futuro que incomoda y aterra a partes iguales. El éxito de las distopías radica en enfrentarnos con las teorías posibles. En letra pequeña, hilvanadas, las consecuencias de titulares de hoy cotidianos (la escasez de chocolate, la inutilidad de los antibióticos, los cortes de luz por ciberataques, la desaparición de especies y alimentos, la renovación de Trump como presidente…).


La familia Lyons está formada por un abanico de personalidades, edades y problemáticas: la abuela/matriarca Muriel (Anne Reid) y cuatro hermanos: Stephen (Rory Kinnear), un asesor financiero devenido en repartidor; Daniel (Russel Tovey), empleado público en el drama de la vivienda para refugiados; Edith (Jessica Hynes), activista radical, y Rosie (Ruth Madeley), madre soltera en silla de ruedas quien cría a dos hijos. A lo largo de 15 años veremos como van mudando sus vidas mientras Vivienne Rock (Emma Thompson), azote de las tertulias televisivas, accede al puesto de Primera Ministra con proclamas racistas y patrióticas. Sus promesas electorales podían sonar disparatadas pero muchos fueron identificándose con ellas. Las crisis comienzan siempre de modo silencioso.

La serie como producto de su tiempo opta formalmente por la sobreestimulación constante en el espectador. El uso de la música resulta a veces descarado, pero tanto el contrapunto de las voces (en las conversaciones a través del asistente e voz, “Signor”, tótem del hogar) como el montaje a modo de zapping semejan un reflejo coherente del universo audiovisual presente. Además, la serie deposita en el humor más negro una vía de escape fundamental (sí, fuimos capaces de reir) que no impide convivir con la concienciación más sólida. Ojo a la reflexión sobre los refugiados del capítulo 4 (no hay bandos en este mundo) o en el alegato de la abuela en el capítulo final quien procura examinarnos a nosotros y a nuestras elecciones: “Este es el mundo que construimos. Felicidades”.



Years and Years (BBC One, 2019)

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